Eclipse
Lento
girasol se mueve, anaranjado espera. Ella, sigilosa mira y contempla. Se encuentran,
al fin, pasan, susurran y se separan. Sola ya se apaga un poco, carente de
propia luz. Girando van, mirándose siempre, tocándose nunca.
Emilia Holstein
El lobo y caperucita
El lobo se
sentó satisfecho, admirando su obra. Pensaba en los honores que recibiría al
volver a casa. Aplausos, vítores, regalos, besos y abrazos. Seguro la loba que
tanto deseaba al fin lo tendría en cuenta, se casarían por supuesto y serían
muy felices juntos.
Súbitamente,
un hacha corta su vientre.
Emilia Holstein
Casi hirviendo
Absorbe,
está caliente. Un mordisco de torta frita llega a su estómago, otro sorbo a su
boca. Habla, sus labios como dos pétalos, se mueven con sencillez y facilidad.
Pronuncia esas palabras, las palabras perfectas, las palabras que no quiero
escuchar de ninguna otra persona."¿Querés mate?"
Violeta Goldfeder
Desmayo
“Tiene que
ser mía" pensó. Calculó el movimiento de cada uno de sus músculos, la
perfección de cada movimiento, hasta los de su boca, su lengua, sus párpados. Caminó,
sonrió, pasó la mano por su cabello. Sus miradas se encontraron, cayó al suelo.
Violeta Goldfeder
Lluvia que realmente
moja
Saltando van
sus niñas botitas, de charco en charco, de risa en risa. Las gotas resbalan por
su rostro mojándola un poquito de arriba. Juega contenta, uno, dos y tres. Se
refleja en ellos, se mira, vuelve a saltar, arcoiris viejos la atrapan y le
hacen cosquillas.
Sus ojos
pegados al pavimento no advierten su llegada, así sin más ya no llueve.
Violeta Goldfeder y Emilia Holstein
Acto fallido
Cuchara con
remedio, el peor uso de la cuchara. "Abrí la boca" me dijo la vieja.
No quería, no abriría la boca. Me agarraron de a cuatro, como a un cerdo y me
depositaron el remedio putrefacto en la lengua. Asqueada, con nauseas, se me acerca
la misma "trague m'ija", lo próximo que pude ver fue la cara de la
anciana contorsionada en una mueca de horror con el remedio deslizando por
sus mejillas.
Violeta Goldfeder y Emilia Holstein