Es como un gran mar que por momentos golpea hasta ahogarme, pero después retorna la calma dejándome tomar un poco de aire. Con un sonido, una palabra vuelvo a hundirme y ahí es cuando todos intentan rescatarme, tirarme una soga, pero nadie se moja, nadie nada en el bravo océano por mí. Estoy sola en el fondo. Algunas luces me buscan, quieren tocarme, pero hay 6 millas de profundidad entre nosotros. Al final, ya nada importa, descanso en el lecho submarino , esperando una corriente que me lleve a la superficie.
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