lunes, 14 de marzo de 2016

Todo lo que escribo acá, claramente lo escribo para mi sola.
Para leerlo dentro de un tiempo y acordarme de todo.
Entonces, para que sepas, no estabas tan triste, no estabas tan mal.
Solo te duele cuando te acordas, cuando lo ves por Skype, cuando querés darle un abrazo.
Pero no siempre, porque salís y te tomas una birra con los chicos y vas al cine y al teatro
y estas empezando la facultad y estas contenta y nerviosa.
Y conociste gente. Y estas planeando un viaje.
Tenes atragantado el dolor, solo es eso. Pero estás bien.
Tenes bronca también, porque querés dejar de tener ganas de darle un abrazo. Lo siento.
Pero estás bien. Y lo querés mucho y la relación fue hermosa. Y estás bien.
Te juro que estás bien.

Cuando un abrazo se vuelve hogar.
Cuando otro cuerpo se vuelve nosotros.
Me llora el alma con los ojos secos,
me duele tanto.
Me duele.

Pienso en vos siempre,
ahora sos como una ilusión,
como un sueño.
Un año o mil.
Es una distancia inevitable, insalvable.

No estás, simple.
No vas a estar.
Simple. Simple.
Que sea simple.