lunes, 16 de enero de 2012

No, no me corresponde llorar. No, no lo conocía. Soy una completa extraña en esa multitud de primos, hermanos, mujeres y esposos. Pero lloro, igual lloro. No por él, no por verla a ella llorar. Lloro porque recuerdo ese lugar, porque sé que significa todo aquello, porque no es por él, es por todos los que murieron ántes, por todo el sufrimiento que se que un día llegará. Lloro porque sé que un día todos me van a dejar y por miedo de que nadie esté allí para llevarme a mi último destino. No lloro por mi muerte, que va, si lo que duele no es irse. Lloro por egoista.
Mamá dijo que que ellos están bien, que los que sufrimos somos nosotros. Papá dijo que era todo un sueño. Mamá dijo que si dejabamos una hueya en el mundo, por pequeña que fuera, la vida habría valido la pena. Papá dijo que un día ibamos a despertar.
No sé, yo lloro porque los extraño y porque son esas cosas que no tienen vuelta átras. Lloro porque no comprendo como es que ántes yo reía con esas personas.








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